3
En otro tiempo nosotros también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos a otros.
4
Pero: «Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor,
5
él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.
6
Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
7
Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna».
8
Esta declaración es digna de confianza, y quiero que insistas en estas enseñanzas, para que todos los que confían en Dios se dediquen a hacer el bien. Estas enseñanzas son buenas y de beneficio para todos.
9
No te metas en discusiones necias sobre listas de linajes espirituales
o en riñas y peleas acerca de la obediencia a las leyes judías. Todo esto es inútil y una pérdida de tiempo.
10
Si entre ustedes hay individuos que causan divisiones, dales una primera y una segunda advertencia. Después de eso, no tengas nada más que ver con ellos.
11
Pues personas como esas se han apartado de la verdad y sus propios pecados las condenan.
12
Comentarios y saludos finales de Pablo
Tengo pensado enviarte a Artemas o a Tíquico. Tan pronto como uno de ellos llegue, haz todo lo posible para encontrarte conmigo en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno.
13
Haz todo lo que puedas para ayudar al abogado Zenas y a Apolos en su viaje. Asegúrate de que se les dé todo lo que necesiten.