3
¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva
y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival!
4
Pues los decretos de Israel así lo exigen;
es una ordenanza del Dios de Jacob.
5
Él lo hizo ley para Israel
cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad.
Oí una voz desconocida que decía:
6
«Ahora quitaré la carga de tus hombros;
liberaré tus manos de las tareas pesadas.
7
Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé;
respondí desde el nubarrón
y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba.
Interludio
8
»Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias.
¡Oh Israel, si tan solo me escucharas!
9
Jamás debes tener un dios extranjero;
nunca debes inclinarte frente a un dios falso.
10
Pues fui yo, el Señor
tu Dios,
quien te rescató de la tierra de Egipto.
Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas.
11
»Pero no, mi pueblo no quiso escuchar;
Israel no quiso que estuviera cerca.
12
Así que dejé que siguiera sus tercos deseos,
y que viviera según sus propias ideas.
13
¡Oh, si mi pueblo me escuchara!
¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!
14
¡Qué rápido sometería a sus adversarios!
¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos!
15
Los que odian al Señor
se arrastrarían delante de él;
quedarían condenados para siempre.
16
Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo;
los saciaría con miel silvestre de la roca».