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y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario.
62
Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad.
63
El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas.
64
Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar.
65
Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino,
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e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua.
67
Desechó también la tienda de José, y no escogió a la tribu de Efraín,
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sino que escogió a la tribu de Judá, al monte Sion que El amaba.
69
Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que ha fundado para siempre.
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Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas;
71
lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad.