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Empero ellos tentaron y provocaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios,
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sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; se desviaron como arco engañoso.
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Pues le provocaron con sus lugares altos, y despertaron sus celos con sus imágenes talladas.
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Al oírlo Dios, se indignó, y aborreció a Israel en gran manera.
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Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres,
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y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario.
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Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad.
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El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas.
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Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar.
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Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino,
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e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua.