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cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán.
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Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber.
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Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían.
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Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta.
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Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha.
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Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos.
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Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores.
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Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga,
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e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.
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Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto;
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los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos.