2
En cuanto a mí, mis pies estuvieron a punto de tropezar, casi resbalaron mis pasos.
3
Porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.
4
Porque no hay dolores en su muerte, y su cuerpo es robusto.
5
No sufren penalidades como los mortales, ni son azotados como los demás hombres.
6
Por tanto, el orgullo es su collar; el manto de la violencia los cubre.
7
Los ojos se les saltan de gordura; se desborda su corazón con sus antojos.
8
Se mofan, y con maldad hablan de opresión; hablan desde su encumbrada posición.
9
Contra el cielo han puesto su boca, y su lengua se pasea por la tierra.
10
Por eso el pueblo de Dios vuelve a este lugar, y beben las aguas de la abundancia.
11
Y dicen: ¿Cómo lo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
12
He aquí, estos son los impíos, y, siempre desahogados, han aumentado sus riquezas.