4
Ayúdalo a defender al pobre,
a rescatar a los hijos de los necesitados
y a aplastar a sus opresores.
5
Que te teman
mientras el sol brille
y mientras la luna permanezca en el cielo;
¡sí, para siempre!
6
Que el gobierno del rey tenga la frescura de las lluvias de primavera sobre la hierba recién cortada,
de los aguaceros que riegan la tierra.
7
Que florezcan todos los justos durante su reinado;
que haya prosperidad abundante hasta que la luna deje de existir.
8
Que reine de mar a mar,
y desde el río Éufrates
hasta los extremos de la tierra.
9
Los nómadas del desierto se inclinarán ante él;
sus enemigos caerán a sus pies sobre el polvo.
10
Los reyes occidentales, de Tarsis y de otras tierras distantes,
le llevarán tributo.
Los reyes orientales, de Saba y de Seba,
le llevarán regalos.
11
Todos los reyes se inclinarán ante él,
y todas las naciones le servirán.
12
Rescatará a los pobres cuando a él clamen;
ayudará a los oprimidos, que no tienen quién los defienda.
13
Él siente compasión por los débiles y los necesitados,
y los rescatará.
14
Los redimirá de la opresión y la violencia,
porque sus vidas le son preciosas.
15
¡Viva el rey!
Que se le entregue el oro de Saba.
Que la gente siempre ore por él
y lo bendiga todo el día.
16
Que haya grano en abundancia por toda la tierra,
que brote aun en la cima de las colinas.
Que los árboles frutales florezcan como los del Líbano
y los habitantes crezcan como la hierba en el campo.
17
Que el nombre del rey permanezca para siempre;
que se perpetúe mientras el sol brille.
Que todas las naciones sean bendecidas por medio de él,
y lo elogien.
18
Alaben al Señor
Dios, el Dios de Israel,
el único que hace semejantes maravillas.
19
¡Alaben su glorioso nombre por siempre!
Que toda la tierra se llene de su gloria.
¡Amén y amén!
20
(Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí).