4
Los que me odian sin motivo
suman más que los cabellos de mi cabeza.
Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras,
me exigen que devuelva lo que no robé.
5
Oh Dios, tú sabes lo necio que soy;
de ti no puedo ocultar mis pecados.
6
No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa,
oh Señor
Soberano de los Ejércitos Celestiales.
No permitas que sean humillados por mi causa,
oh Dios de Israel.
7
Pues yo soporto insultos por amor a ti;
tengo la humillación dibujada en todo mi rostro.
8
Hasta mis propios hermanos fingen no conocerme,
me tratan como a un extraño.
9
El celo por tu casa me ha consumido,
y los insultos de los que te insultan han caído sobre mí.
10
Cuando lloro y ayuno,
se burlan de mí.
11
Cuando me visto de tela áspera en señal de dolor,
se ríen de mí.
12
Soy el blanco de los chismes de la ciudad,
y todos los borrachos cantan de mí.
13
Pero sigo orando a ti, Señor
,
con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor.
En tu amor inagotable, oh Dios,
responde a mi oración con tu salvación segura.
14
Rescátame del lodo,
¡no dejes que me hunda aún más!
Sálvame de aquellos que me odian
y sácame de estas aguas profundas.