12
Los reyes enemigos y sus ejércitos huyen,
mientras las mujeres de Israel reparten el botín.
13
Hasta los que vivían entre los rediles encontraron tesoros,
palomas con alas de plata
y plumas de oro.
14
El Todopoderoso esparció a los reyes enemigos
como una tormenta de nieve que sopla en el monte Salmón.
15
Las montañas de Basán son majestuosas,
con muchas cumbres altas que llegan al cielo.
16
Oh montañas empinadas, ¿por qué miran con envidia
al monte Sión, donde Dios decidió vivir,
donde el Señor
vivirá para siempre?
17
Rodeado de incontables millares de carros de guerra,
el Señor llegó del monte Sinaí y entró en su santuario.
18
Cuando ascendiste a las alturas,
llevaste a una multitud de cautivos;
recibiste regalos de la gente,
incluso de quienes se rebelaron contra ti.
Ahora el Señor
Dios vivirá allí, en medio de nosotros.
19
¡Alaben al Señor, alaben a Dios nuestro salvador!
Pues cada día nos lleva en sus brazos.
Interludio
20
¡Nuestro Dios es un Dios que salva!
El Señor
Soberano nos rescata de la muerte.
21
Pero Dios aplastará las cabezas de sus enemigos,
aplastará los cráneos de los que aman sus caminos perversos.
22
El Señor dice: «Haré descender a mis enemigos desde Basán;
los levantaré desde las profundidades del mar.