9
Nuestra vida está en sus manos,
él cuida que nuestros pies no tropiecen.
10
Nos pusiste a prueba, oh Dios;
nos purificaste como se purifica la plata.
11
Nos atrapaste en tu red
y pusiste sobre nuestra espalda la carga de la esclavitud.
12
Luego colocaste un líder sobre nosotros.
Pasamos por el fuego y por la inundación,
pero nos llevaste a un lugar de mucha abundancia.
13
Ahora vengo a tu templo con ofrendas quemadas
para cumplir los votos que te hice,
14
sí, los votos sagrados que hice
cuando me encontraba en graves dificultades.
15
Por eso sacrifico ofrendas quemadas a ti,
lo mejor de mis carneros como aroma agradable,
y un sacrificio de toros y chivos.
Interludio
16
Vengan y escuchen todos los que temen a Dios,
y les contaré lo que hizo por mí.
17
Pues clamé a él por ayuda,
lo alabé mientras hablaba.
18
Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón,
mi Señor no me habría escuchado.
19
¡Pero Dios escuchó!
Él prestó oídos a mi oración.
20
Alaben a Dios, quien no pasó por alto mi oración
ni me quitó su amor inagotable.