2
Ten piedad de mí, SEÑOR, pues languidezco; sáname, SEÑOR, porque mis huesos se estremecen.
3
Mi alma también está muy angustiada; y tú, oh SEÑOR, ¿hasta cuándo?
4
Vuélvete, SEÑOR, rescata mi alma; sálvame por tu misericordia.
5
Porque no hay en la muerte memoria de ti; en el Seol ¿quién te alabará?
6
Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama.
7
Se consumen de sufrir mis ojos; han envejecido a causa de todos mis adversarios.
8
Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el SEÑOR ha oído la voz de mi llanto.
9
El SEÑOR ha escuchado mi súplica; el SEÑOR recibe mi oración.
10
Todos mis enemigos serán avergonzados y se turbarán en gran manera; se volverán, y de repente serán avergonzados. de Cus, el Benjamita.