2
Rescátame de estos criminales;
sálvame de estos asesinos.
3
Me han tendido una emboscada.
Enemigos feroces están a la espera, Señor
,
aunque yo no pequé ni los he ofendido.
4
No hice nada malo,
sin embargo, se preparan para atacarme.
¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame!
5
Oh, Señor
, Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel,
despierta y castiga a esas naciones hostiles;
no tengas misericordia de los traidores malvados.
Interludio
6
Salen de noche
gruñendo como perros feroces
mientras merodean por las calles.
7
Escucha la basura que sale de sus bocas;
sus palabras cortan como espadas.
Dicen con desdén: «Después de todo, ¿quién puede oírnos?».
8
Pero tú Señor
, te ríes de ellos;
te burlas de las naciones hostiles.
9
Tú eres mi fuerza; espero que me rescates,
porque tú, oh Dios, eres mi fortaleza.
10
En su amor inagotable, mi Dios estará a mi lado
y me dejará mirar triunfante a todos mis enemigos.
11
No los mates, porque mi pueblo pronto olvida esa clase de lecciones;
hazlos tambalear con tu poder y ponlos de rodillas,
oh Señor, escudo nuestro.
12
Debido a las cosas pecaminosas que dicen,
y a la maldad que está en sus labios,
haz que queden atrapados por su orgullo,
por sus maldiciones y por sus mentiras.