3
Pues reconozco mis rebeliones;
día y noche me persiguen.
4
Contra ti y sólo contra ti he pecado;
he hecho lo que es malo ante tus ojos.
Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices
y que tu juicio contra mí es justo.
5
Pues soy pecador de nacimiento,
así es, desde el momento en que me concibió mi madre.
6
Pero tú deseas honradez desde el vientre
y aun allí me enseñas sabiduría.
7
Purifícame de mis pecados,
y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8
Devuélveme la alegría;
deja que me goce
ahora que me has quebrantado.
9
No sigas mirando mis pecados;
quita la mancha de mi culpa.
10
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
11
No me expulses de tu presencia
y no me quites tu Espíritu Santo.
12
Restaura en mí la alegría de tu salvación
y haz que esté dispuesto a obedecerte.
13
Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y ellos se volverán a ti.