2
Los de las altas esferas y la gente común,
ricos y pobres: ¡oigan!
3
Pues mis palabras son sabias
y mis pensamientos están llenos de buena percepción.
4
Escucho con atención muchos proverbios
y resuelvo enigmas con la inspiración del sonido de un arpa.
5
¿Por qué tendría que temer cuando vienen dificultades,
cuando los enemigos me rodean?
6
Ellos se fían de sus posesiones
y se jactan de sus grandes riquezas.
7
Sin embargo, no pueden redimirse de la muerte
pagándole un rescate a Dios.
8
La redención no se consigue tan fácilmente,
pues nadie podrá jamás pagar lo suficiente
9
como para vivir para siempre
y nunca ver la tumba.
10
Los sabios finalmente tendrán que morir,
al igual que los necios y los insensatos,
y dejarán toda su riqueza atrás.
11
La tumba es su hogar eterno,
donde permanecerán para siempre.
Podrán ponerle su propio nombre a sus propiedades,
12
pero su fama no durará.
Morirán, al igual que los animales.