5
Pero al verla, se quedaron pasmados;
se llenaron de miedo y huyeron.
6
El terror se apoderó de ellos
y se retorcieron de dolor como una mujer en parto.
7
Los destruiste como a los poderosos barcos de Tarsis
que fueron despedazados por un potente viento del oriente.
8
Habíamos oído de la gloria de la ciudad,
pero ahora la hemos visto en persona,
la ciudad del Señor
de los Ejércitos Celestiales.
Es la ciudad de nuestro Dios;
él hará que sea segura para siempre.
Interludio
9
Oh Dios, meditamos en tu amor inagotable
mientras adoramos en tu templo.
10
Como lo merece tu nombre, oh Dios,
serás alabado hasta los extremos de la tierra;
tu fuerte mano derecha está llena de victoria.
11
Que se goce la gente del monte Sión;
que se alegren todas las ciudades de Judá
a causa de tu justicia.
12
Vayan a inspeccionar la ciudad de Jerusalén;
anden por ella y cuenten sus muchas torres.
13
Fíjense en las murallas fortificadas
y recorran todas sus ciudadelas,
para que puedan describirlas
a las generaciones futuras.
14
Pues así es Dios.
Él es nuestro Dios por siempre y para siempre,
y nos guiará hasta el día de nuestra muerte.