3
¡Ponte la espada, oh poderoso guerrero!
¡Eres tan glorioso, tan majestuoso!
4
Cabalga con majestad hacia la victoria
y defiende la verdad, la humildad y la justicia.
¡Avanza para realizar obras imponentes!
5
Tus flechas son afiladas; traspasan el corazón de tus enemigos,
y las naciones caen a tus pies.
6
Tu trono, oh Dios,
permanece por siempre y para siempre;
tú gobiernas con un cetro de justicia.
7
Amas la justicia y odias la maldad.
Por eso Dios —tu Dios— te ha ungido
derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro.
8
Mirra, áloe y casia perfuman tu manto;
en palacios de marfil, la música de cuerdas te entretiene.
9
Hijas de reyes hay entre las mujeres de tu corte;
a tu derecha está la reina,
¡lleva joyas del oro más fino de Ofir!
10
Escúchame, oh hija de la realeza; toma en serio lo que te digo:
olvídate de tu pueblo y de tu familia, que están lejos.
11
Pues tu esposo, el rey, se deleita en tu belleza;
hónralo, porque él es tu señor.
12
La princesa de Tiro
te colmará de regalos;
los ricos suplicarán tu favor.
13
La novia, una princesa, luce gloriosa
en su vestido dorado.
14
Con sus hermosas vestiduras la llevan ante el rey,
acompañada por sus damas de honor.
15
¡Qué procesión tan alegre y entusiasta,
cuando entran en el palacio del rey!
16
Tus hijos se convertirán en reyes como su padre;
los harás gobernantes de muchas tierras.
17
Traeré honra a tu nombre en todas las generaciones;
Por eso, las naciones te alabarán por siempre y para siempre.