8
Rescátame de mis rebeliones.
No permitas que los necios se burlen de mí.
9
En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra,
porque mi castigo proviene de ti.
10
¡Pero por favor, deja de castigarme!
Estoy agotado por los golpes de tu mano.
11
Cuando nos disciplinas por nuestros pecados,
consumes como una polilla lo que estimamos precioso.
Cada uno de nosotros es apenas un suspiro.
Interludio
12
¡Oh Señor
, oye mi oración!
¡Escucha mis gritos de auxilio!
No cierres los ojos ante mis lágrimas.
Pues soy tu invitado,
un viajero de paso,
igual que mis antepasados.
13
Déjame solo para que pueda volver a sonreír
antes de que parta de este mundo y no exista más.