8
¡Ya no sigas enojado!
¡Deja a un lado tu ira!
No pierdas los estribos,
que eso solo trae daño.
9
Pues los perversos serán destruidos,
pero los que confían en el Señor
poseerán la tierra.
10
Pronto los perversos desaparecerán;
por más que los busques, no los encontrarás.
11
Los humildes poseerán la tierra
y vivirán en paz y prosperidad.
12
Los malvados conspiran contra los justos;
les gruñen de manera desafiante.
13
Pero el Señor simplemente se ríe,
porque ve que el día de su juicio se acerca.
14
Los perversos sacan sus espadas
y ponen cuerdas a sus arcos
para matar al pobre y al oprimido,
para masacrar a los que hacen lo correcto.
15
Pero sus espadas atravesarán su propio corazón,
y se les quebrarán los arcos.
16
Es mejor ser justo y tener poco
que ser malvado y rico.
17
Pues la fuerza de los malvados será destrozada,
pero el Señor
cuida a los justos.
18
Día a día el Señor
cuida a los inocentes,
y ellos recibirán una herencia que permanece para siempre.