10
Dirán todos mis huesos: SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, sí, al afligido y al necesitado de aquel que lo despoja?
11
Se levantan testigos malvados, y de lo que no sé me preguntan.
12
Me devuelven mal por bien para aflicción de mi alma.
13
Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho.
14
Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me encorvaba.
15
Pero ellos se alegraron en mi tropiezo , y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar.
16
Como bufones impíos en una fiesta, rechinaban sus dientes contra mí.
17
¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata mi alma de sus estragos, mi única vida de los leones.
18
En la gran congregación te daré gracias; entre mucha gente te alabaré.
19
No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin causa me aborrecen.
20
Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra,
21
y abrieron bien grande su boca contra mí; dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!
22
Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no estés lejos de mí.
23
Despierta y levántate para mi defensa y para mi causa, Dios mío y Señor mío.
24
Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, Dios mío; que no se rían de mí.
25
Que no digan en su corazón: ¡Ajá, lo que queríamos! Que no digan: ¡Lo hemos devorado!
26
Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal; cúbranse de verguenza y deshonra los que se engrandecen contra mí.
27
Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen mi vindicación; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita en la paz de su siervo.
28
Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día.