15
Mi fuerza se ha secado como barro cocido;
la lengua se me pega al paladar.
Me acostaste en el polvo y me diste por muerto.
16
Mis enemigos me rodean como una jauría de perros;
una pandilla de malvados me acorrala;
han atravesado mis manos y mis pies.
17
Puedo contar cada uno de mis huesos;
mis enemigos me miran fijamente y se regodean.
18
Se reparten mi vestimenta entre ellos
y tiran los dados
por mi ropa.
19
¡Oh Señor
, no te quedes lejos!
Tú eres mi fuerza, ¡ven pronto en mi auxilio!
20
Sálvame de la espada;
libra mi preciosa vida de estos perros.
21
Arrebátame de las fauces del león
y de los cuernos de estos bueyes salvajes.
22
Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
entre tu pueblo reunido te alabaré.
23
¡Alaben al Señor
, todos los que le temen!
¡Hónrenlo, descendientes de Jacob!
¡Muéstrenle reverencia, descendientes de Israel!
24
Pues no ha pasado por alto ni ha tenido en menos el sufrimiento de los necesitados;
no les dio la espalda,
sino que ha escuchado sus gritos de auxilio.
25
Te alabaré en la gran asamblea;
cumpliré mis promesas en presencia de los que te adoran.
26
Los pobres comerán y quedarán satisfechos;
todos los que buscan al Señor
lo alabarán;
se alegrará el corazón con gozo eterno.
27
Toda la tierra reconocerá al Señor
y regresará a él;
todas las familias de las naciones se inclinarán ante él.
28
Pues el poder de la realeza pertenece al Señor
;
él gobierna a todas las naciones.
29
Que los ricos de la tierra hagan fiesta y adoren;
inclínense ante él todos los mortales,
aquellos cuya vida terminará como polvo.
30
Nuestros hijos también lo servirán;
las generaciones futuras oirán de las maravillas del Señor.
31
A los que aún no han nacido les contarán de sus actos de justicia;
ellos oirán de todo lo que él ha hecho.