2
Los vecinos se mienten unos a otros:
se halagan con la lengua y se engañan con el corazón.
3
Que el Señor
les corte esos labios aduladores
y silencie sus lenguas jactanciosas.
4
«Mintamos todo lo que queramos —dicen—.
Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?».
5
El Señor
responde: «He visto violencia contra los indefensos
y he oído el gemir de los pobres.
Ahora me levantaré para rescatarlos
como ellos anhelaron que hiciera».
6
Las promesas del Señor
son puras
como la plata refinada en el horno,
purificada siete veces.
7
Por lo tanto, Señor
, sabemos que protegerás a los oprimidos;
los guardarás para siempre de esta generación mentirosa,
8
aunque los malvados anden pavoneándose
y se alabe el mal por toda la tierra.