78
Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré.
79
Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.
80
Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado. Caf.
81
Mi alma desfallece por tu salvación; en tu palabra espero.
82
Mis ojos desfallecen esperando tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?
83
Aunque he llegado a ser como odre al humo, no me olvido de tus estatutos.
84
¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra mis perseguidores?
85
Fosas me han cavado los soberbios, los que no están de acuerdo con tu ley.
86
Todos tus mandamientos son fieles; con mentira me han perseguido; ¡ayúdame!
87
Casi me destruyen en la tierra, mas yo no abandoné tus preceptos.
88
Vivifícame conforme a tu misericordia, para que guarde el testimonio de tu boca. Lámed.
89
Para siempre, oh SEÑOR, tu palabra está firme en los cielos.
90
Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece.
91
Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven.
92
Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción.
93
Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado.
94
Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado.
95
Los impíos me esperan para destruirme; tus testimonios consideraré.
96
He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio. Mem.
97
¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98
Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre.