19
No soy más que un extranjero en la tierra.
¡No escondas de mí tus mandatos!
20
Siempre me conmueve
el deseo de conocer tus ordenanzas.
21
Tú reprendes al arrogante;
los que se alejan de tus mandatos son malditos.
22
No permitas que se burlen de mí y me insulten,
pues he obedecido tus leyes.
23
Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí,
pero yo meditaré en tus decretos.
24
Tus leyes me agradan;
me dan sabios consejos.
25
Dálet
Estoy tirado en el polvo;
revíveme con tu palabra.
26
Te conté mis planes y me respondiste.
Ahora, enséñame tus decretos.
27
Ayúdame a comprender el significado de tus mandamientos,
y meditaré en tus maravillosas obras.
28
Lloro con tristeza;
aliéntame con tu palabra.
29
Líbrame de mentirme a mí mismo;
dame el privilegio de conocer tus enseñanzas.