138
Tus leyes son perfectas
y absolutamente confiables.
139
La indignación me agobia,
porque mis enemigos despreciaron tus palabras.
140
Tus promesas fueron sometidas a una prueba rigurosa;
por eso las amo tanto.
141
Soy insignificante y despreciado,
pero no olvido tus mandamientos.
142
Tu justicia es eterna,
y tus enseñanzas son totalmente ciertas.
143
Cuando la presión y el estrés se me vienen encima,
yo encuentro alegría en tus mandatos.
144
Tus leyes siempre tienen razón;
ayúdame a entenderlas para poder vivir.
145
Cof
Oro con todo el corazón; ¡respóndeme, Señor
!
Obedeceré tus decretos.
146
A ti clamo; rescátame
para que pueda obedecer tus leyes.
147
Me levanto temprano, antes de que salga el sol;
clamo en busca de ayuda y pongo mi esperanza en tus palabras.
148
Me quedo despierto durante toda la noche,
pensando en tu promesa.