2
El Señor
extenderá tu poderoso reino desde Jerusalén,
y gobernarás a tus enemigos.
3
Cuando vayas a la guerra,
tu pueblo te servirá por voluntad propia.
Estás envuelto en vestiduras santas,
y tu fuerza se renovará cada día como el rocío de la mañana.
4
El Señor
ha hecho un juramento y no romperá su promesa:
«Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».
5
El Señor está a tu derecha para protegerte;
derribará a muchos reyes cuando estalle su enojo.
6
Castigará a las naciones
y llenará de cadáveres sus territorios;
destrozará cabezas por toda la tierra.
7
Pero él se refrescará en los arroyos junto al camino.
Saldrá vencedor.