8
Que sean pocos sus años;
que otro tome su lugar.
9
Que sus hijos queden huérfanos de padre,
y su esposa quede viuda.
10
Que sus hijos vaguen como mendigos
y que los echen de sus hogares destruidos.
11
Que los acreedores se apoderen de toda su propiedad,
y que los extraños se lleven todo lo que ha ganado.
12
Que nadie sea amable con él;
que ninguno tenga piedad de sus hijos sin padre.
13
Que toda su descendencia muera;
que el nombre de su familia quede borrado en una sola generación.
14
Que el Señor
jamás olvide los pecados de su padre;
que los pecados de su madre nunca se borren de los registros.
15
Que el Señor
siempre recuerde estos pecados,
y que su nombre desaparezca de la memoria humana.
16
Pues rehusó mostrar bondad a los demás;
persiguió al pobre y al necesitado,
y acosó hasta la muerte a los de corazón quebrantado.
17
Le encantaba maldecir a otros;
ahora, maldícelo tú a él.
Jamás bendijo a nadie;
ahora, no lo bendigas a él.
18
Maldecir le resulta tan natural como la ropa que usa,
o el agua que bebe
o los alimentos deliciosos que come.