25
Pues El habló, y levantó un viento tempestuoso que encrespó las olas del mar.
26
Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades, sus almas se consumían por el mal.
27
Temblaban y se tambaleaban como ebrios, y toda su pericia desapareció .
28
Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR y El los sacó de sus aflicciones.
29
Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.
30
Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado, y El los guió al puerto anhelado.
31
Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
32
Exáltenle también en la congregación del pueblo, y alábenle en la reunión de los ancianos.
33
El convierte los ríos en desierto y los manantiales en secadales;
34
la tierra fértil en salinas, por la maldad de los que moran en ella.
35
Transforma el desierto en estanque de aguas, y la tierra seca en manantiales;
36
en ella hace morar a los hambrientos, para que establezcan una ciudad donde vivir,
37
y siembren campos, planten viñas, y recojan una cosecha abundante.
38
Los bendice también y se multiplican mucho, y no disminuye su ganado.
39
Cuando son disminuidos y abatidos por la opresión, la calamidad y la aflicción,
40
vierte desprecio sobre los príncipes, y los hace vagar por un yermo sin camino.
41
Pero al pobre levanta de la miseria y lo pone seguro en alto, y multiplica sus familias como un rebaño.
42
Los rectos lo ven y se alegran, pero toda iniquidad cierra su boca.
43
¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas, y considere las bondades del SEÑOR.