9
Reprendió, pues, al mar Rojo, y se secó; y los condujo por las profundidades, como por un desierto.
10
Los salvó de mano del que los odiaba, y los redimió de mano del enemigo.
11
Las aguas cubrieron a sus adversarios, ni uno de ellos escapó.
12
Entonces creyeron en sus palabras, y cantaron su alabanza.
13
Pero pronto se olvidaron de sus obras; no esperaron su consejo.
14
Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto, y tentaron a Dios en las soledades.
15
El les concedió lo que pedían, pero envió una plaga mortal sobre ellos.
16
Cuando en el campamento tuvieron envidia de Moisés, y de Aarón, el santo del SEÑOR,
17
la tierra se abrió y tragó a Datán, y se cerró sobre el grupo de Abiram.
18
Un fuego ardió contra su grupo, la llama consumió a los impíos.
19
Hicieron un becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición;
20
cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba.
21
Se olvidaron de Dios su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto,
22
maravillas en la tierra de Cam, y cosas asombrosas en el mar Rojo.
23
El dijo que los hubiera destruido, de no haberse puesto Moisés, su escogido, en la brecha delante de El, a fin de apartar su furor para que no los destruyera.
24
Aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en su palabra,
25
sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz del SEÑOR.
26
Por tanto, les juró abatirlos en el desierto,
27
y esparcir su simiente entre las naciones, y dispersarlos por las tierras.
28
Se unieron también a Baal-peor, y comieron sacrificios ofrecidos a los muertos.
29
Le provocaron, pues, a ira con sus actos, y la plaga se desató entre ellos.