20
Cambiaron a su glorioso Dios
por la estatua de un toro que come hierba.
21
Se olvidaron de Dios, su salvador,
quien había realizado tantas grandezas en Egipto:
22
obras tan maravillosas en la tierra de Cam,
hechos tan asombrosos en el mar Rojo.
23
Por lo tanto, él declaró que los destruiría.
Pero Moisés, su escogido, intervino entre el Señor
y los israelitas;
le suplicó que apartara su ira y que no los destruyera.
24
El pueblo se negó a entrar en la agradable tierra,
porque no creían la promesa de que Dios los iba a cuidar.
25
En cambio, rezongaron en sus carpas
y se negaron a obedecer al Señor
.
26
Por lo tanto, él juró solemnemente
que los mataría en el desierto,
27
que dispersaría a sus descendientes entre las naciones,
y los enviaría a tierras distantes.
28
Después nuestros antepasados se unieron para rendir culto a Baal en Peor;
¡hasta comieron sacrificios ofrecidos a los muertos!
29
Con todo eso provocaron el enojo del Señor
,
entonces se desató una plaga en medio de ellos.
30
Pero Finees tuvo el valor de intervenir
y la plaga se detuvo.