14
El hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra,
15
y vino que alegra el corazón del hombre, para que haga brillar con aceite su rostro, y alimento que fortalece el corazón del hombre.
16
Los árboles del SEÑOR se sacian, los cedros del Líbano que El plantó,
17
donde hacen sus nidos las aves, y la cigueña, cuya morada está en los cipreses.
18
Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas son refugio para los tejones.
19
El hizo la luna para medir las estaciones; el sol conoce el lugar de su ocaso.
20
Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, en ella andan todas las bestias del bosque.
21
Rugen los leoncillos tras su presa, y buscan de Dios su comida.
22
Al salir el sol se esconden, y se echan en sus guaridas.
23
Sale el hombre a su trabajo, y a su labor hasta el atardecer.
24
¡Cuán numerosas son tus obras, oh SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de tus posesiones .
25
He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero innumerable de animales tanto pequeños como grandes.
26
Allí surcan las naves, y el Leviatán que hiciste para jugar en él.
27
Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
28
Tú les das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de bienes.
29
Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo.
30
Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
31
¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras!
32
El mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
33
Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
34
Séale agradable mi meditación; yo me alegraré en el SEÑOR.
35
Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya!