2
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.
3
Basado en el privilegio y la autoridad
que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado.
4
Así como nuestro cuerpo tiene muchas partes y cada parte tiene una función específica,
5
el cuerpo de Cristo también. Nosotros somos las diversas partes de un solo cuerpo y nos pertenecemos unos a otros.
6
Dios, en su gracia, nos ha dado dones diferentes para hacer bien determinadas cosas. Por lo tanto, si Dios te dio la capacidad de profetizar, habla con toda la fe que Dios te haya concedido.
7
Si tu don es servir a otros, sírvelos bien. Si eres maestro, enseña bien.
8
Si tu don consiste en animar a otros, anímalos. Si tu don es dar, hazlo con generosidad. Si Dios te ha dado la capacidad de liderar, toma la responsabilidad en serio. Y si tienes el don de mostrar bondad a otros, hazlo con gusto.
9
No finjan amar a los demás; ámenlos de verdad. Aborrezcan lo malo. Aférrense a lo bueno.
10
Ámense unos a otros con un afecto genuino
y deléitense al honrarse mutuamente.
11
No sean nunca perezosos, más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con entusiasmo.
12
Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando.