9
La mente del hombre planea su camino, pero el SEÑOR dirige sus pasos.
10
Oráculo hay en los labios del rey; en el juicio no debe errar su boca.
11
El peso y las balanzas justas son del SEÑOR; todas las pesas de la bolsa son obra suya.
12
Es abominación para los reyes cometer iniquidad, porque el trono se afianza en la justicia.
13
El agrado de los reyes son los labios justos, y amado será el que hable lo recto.
14
El furor del rey es como mensajero de muerte, pero el hombre sabio lo aplacará.
15
En el resplandor del rostro del rey hay vida, y su favor es como nube de lluvia tardía.
16
Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata.
17
La senda de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su camino preserva su alma.
18
Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu.
19
Mejor es ser de espíritu humilde con los pobres que dividir el botín con los soberbios.