2
Ahora siguen pecando, haciendo ídolos de plata,
imágenes hábilmente formadas por manos humanas.
«¡Ofrézcanles sacrificios —gritan—
y besen a ídolos que tienen forma de becerros!».
3
Por lo tanto, desaparecerán como la neblina de la mañana,
como el rocío bajo el sol del amanecer,
como paja llevada por el viento
y como el humo de una chimenea.
4
«He sido el Señor
tu Dios
desde que te saqué de Egipto.
No debes reconocer a ningún otro Dios aparte de mí,
porque no hay otro salvador.
5
Yo te cuidé en el desierto,
en esa tierra árida y sedienta;
6
pero una vez que comiste y quedaste satisfecho,
te volviste orgulloso y te olvidaste de mí.
7
Entonces ahora yo te atacaré como un león,
como un leopardo que acecha en el camino.
8
Como una osa a quien le robaron sus cachorros,
arrancaré tu corazón.
Te devoraré como una leona hambrienta
y te destrozaré como un animal salvaje.
9
»Estás a punto de ser destruido, oh Israel;
sí, por mí, el único que te ayuda.
10
Ahora, ¿dónde está
tu rey?
¡Que él te salve!
¿Dónde están los líderes de la tierra,
el rey y los funcionarios que me exigiste?
11
En mi enojo te di reyes
y en mi furia te los quité.
12
»La culpa de Efraín ha sido reunida
y su pecado almacenado para el castigo.