5
Así que el Señor
le dijo a Moisés:
6
«Da al pueblo de Israel las siguientes instrucciones: si alguien del pueblo —sea hombre o mujer— traiciona al Señor
al hacerle mal a otra persona, esta persona es culpable.
7
Deberá confesar su pecado, restituir completamente el daño hecho más un veinte por ciento adicional y darlo a la persona que perjudicó.
8
Pero si la persona perjudicada está muerta y no hay ningún pariente cercano a quien pagarle el daño, el pago le pertenece al Señor
y deberá dárselo al sacerdote. Además, el culpable llevará un carnero como sacrificio por el pecado y será purificado y hecho justo ante el Señor
.
9
Todas las ofrendas sagradas que los israelitas lleven a un sacerdote le pertenecen a él.
10
Cada sacerdote puede quedarse con todos los donativos sagrados que reciba».
11
Protección contra la infidelidad matrimonial
El Señor
le dijo a Moisés:
12
«Da al pueblo de Israel las siguientes instrucciones: supongamos que la esposa de un hombre se descarría y le es infiel a su marido,
13
y tiene relaciones sexuales con otro hombre sin que lo sepa su esposo ni nadie más. Ella se contaminó aunque no hubo testigos y no fue sorprendida en el acto.
14
Si su esposo siente celos, y sospecha de ella y necesita saber si ella se ha contaminado o no,
15
el esposo debe llevarla al sacerdote. También presentará por ella una ofrenda de dos kilos
de harina de cebada. No debe mezclarse con aceite de oliva ni incienso, porque se trata de una ofrenda de celos para demostrar si ella es o no culpable.