25
»Después el sacerdote tomará la ofrenda de celos de la mano de la mujer y la alzará ante el Señor
y la llevará al altar.
26
Tomará un puñado de harina como porción simbólica, la quemará en el altar y le exigirá a la mujer que beba el agua.
27
Si ella se ha contaminado siendo infiel a su marido, el agua que trae la maldición le producirá un sufrimiento amargo. Su abdomen se hinchará y su útero se encogerá,
y su nombre se volverá una maldición entre su pueblo.
28
Pero si ella no se ha contaminado y es pura, entonces saldrá ilesa y todavía podrá tener hijos.
29
»Esta es la ley ritual para lidiar con los celos. Si una mujer se descarría y se contamina mientras está bajo la autoridad de su marido,
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o si un hombre siente celos y sospecha que su esposa le fue infiel, el marido debe presentar a su esposa delante del Señor
y el sacerdote aplicará esta ley ritual en su totalidad.
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El marido será inocente de toda culpa en este caso, pero su esposa será responsable por su propio pecado».