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Una vez que el sacerdote haya presentado a la mujer delante del Señor
, le desatará el cabello y colocará en las manos de ella la ofrenda de prueba, es decir la ofrenda de celos, para discernir si las sospechas de su esposo son justificadas. El sacerdote se pondrá frente a ella y sostendrá el recipiente de agua amarga que trae una maldición para quienes son culpables.
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Enseguida el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento y le dirá: “Si ningún otro hombre ha tenido relaciones sexuales contigo y no te has descarriado ni te has contaminado mientras has estado bajo la autoridad de tu esposo, que seas inmune a los efectos de esta agua amarga que trae la maldición.
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Pero si te has descarriado siendo infiel a tu marido y te has contaminado teniendo relaciones sexuales con otro hombre...”.
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»En este momento el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento al decir: “Que el pueblo sepa que la maldición del Señor
cayó sobre ti cuando él te haga estéril al causar que tu útero se encoja
y tu abdomen se hinche.
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Ahora, que esta agua que trae la maldición entre en tu cuerpo y cause que tu abdomen se hinche y tu útero se encoja”.
A la mujer se le exigirá decir: “Sí, que así sea”.
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Entonces el sacerdote escribirá estas maldiciones en un trozo de cuero y luego las lavará para que caigan dentro del agua amarga.
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Hará que la mujer beba el agua amarga que trae la maldición. Cuando el agua entre en su cuerpo, si ella es culpable, le causará un sufrimiento amargo.
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»Después el sacerdote tomará la ofrenda de celos de la mano de la mujer y la alzará ante el Señor
y la llevará al altar.
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Tomará un puñado de harina como porción simbólica, la quemará en el altar y le exigirá a la mujer que beba el agua.
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Si ella se ha contaminado siendo infiel a su marido, el agua que trae la maldición le producirá un sufrimiento amargo. Su abdomen se hinchará y su útero se encogerá,
y su nombre se volverá una maldición entre su pueblo.
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Pero si ella no se ha contaminado y es pura, entonces saldrá ilesa y todavía podrá tener hijos.
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»Esta es la ley ritual para lidiar con los celos. Si una mujer se descarría y se contamina mientras está bajo la autoridad de su marido,
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o si un hombre siente celos y sospecha que su esposa le fue infiel, el marido debe presentar a su esposa delante del Señor
y el sacerdote aplicará esta ley ritual en su totalidad.
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El marido será inocente de toda culpa en este caso, pero su esposa será responsable por su propio pecado».