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«Da al pueblo de Israel las siguientes instrucciones: supongamos que la esposa de un hombre se descarría y le es infiel a su marido,
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y tiene relaciones sexuales con otro hombre sin que lo sepa su esposo ni nadie más. Ella se contaminó aunque no hubo testigos y no fue sorprendida en el acto.
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Si su esposo siente celos, y sospecha de ella y necesita saber si ella se ha contaminado o no,
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el esposo debe llevarla al sacerdote. También presentará por ella una ofrenda de dos kilos
de harina de cebada. No debe mezclarse con aceite de oliva ni incienso, porque se trata de una ofrenda de celos para demostrar si ella es o no culpable.
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»Entonces el sacerdote la presentará delante del Señor
para que sea juzgada.
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Pondrá un poco de agua santa en un recipiente de barro y mezclará polvo que tomó del piso del tabernáculo.
18
Una vez que el sacerdote haya presentado a la mujer delante del Señor
, le desatará el cabello y colocará en las manos de ella la ofrenda de prueba, es decir la ofrenda de celos, para discernir si las sospechas de su esposo son justificadas. El sacerdote se pondrá frente a ella y sostendrá el recipiente de agua amarga que trae una maldición para quienes son culpables.
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Enseguida el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento y le dirá: “Si ningún otro hombre ha tenido relaciones sexuales contigo y no te has descarriado ni te has contaminado mientras has estado bajo la autoridad de tu esposo, que seas inmune a los efectos de esta agua amarga que trae la maldición.
20
Pero si te has descarriado siendo infiel a tu marido y te has contaminado teniendo relaciones sexuales con otro hombre...”.
21
»En este momento el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento al decir: “Que el pueblo sepa que la maldición del Señor
cayó sobre ti cuando él te haga estéril al causar que tu útero se encoja
y tu abdomen se hinche.
22
Ahora, que esta agua que trae la maldición entre en tu cuerpo y cause que tu abdomen se hinche y tu útero se encoja”.
A la mujer se le exigirá decir: “Sí, que así sea”.