4
el mensaje del que oye las palabras de Dios,
del que ve una visión que proviene del Todopoderoso,
y se inclina con los ojos abiertos:
5
¡Qué hermosas son tus carpas, oh Jacob;
qué bellos son tus hogares, oh Israel!
6
Se extienden ante mí como arboledas de palmeras,
como jardines por la ribera.
Son como altos árboles plantados por el Señor
,
como cedros junto a las aguas.
7
Agua fluirá de sus cántaros;
su descendencia tendrá toda la que necesite.
Su rey será más grande que Agag;
su reino será exaltado.
8
Dios los sacó de Egipto;
para ellos él es tan fuerte como un buey salvaje.
Él devora a las naciones que se le oponen,
quiebra sus huesos en pedazos
y las atraviesa con flechas.
9
Como un león, Israel se agazapa y se tiende;
como a una leona, ¿quién se atreve a despertarla?
Bendito todo el que te bendice, oh Israel,
y maldito todo el que te maldice».
10
Entonces el rey Balac se enfureció contra Balaam y en señal de enojo palmeó las manos y gritó:
—¡Yo te llamé para maldecir a mis enemigos! En cambio, los has bendecido tres veces.
11
¡Fuera de aquí ahora mismo! ¡Vuelve a tu casa! Te prometí una generosa recompensa, pero el Señor
te ha impedido que la recibieras.
12
Balaam le dijo a Balac:
—¿No recuerdas lo que expliqué a tus mensajeros? Dije:
13
“Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor
”. ¡Te advertí que únicamente podría decir lo que el Señor
me dijera!
14
Ahora me regreso a mi propia gente, pero primero, déjame decirte lo que los israelitas harán a tu pueblo en el futuro.