6
Así que Balaam volvió y encontró al rey de pie, al lado de sus ofrendas quemadas, con todos los funcionarios de Moab.
7
Este es el mensaje que Balaam transmitió:
«Balac me mandó a llamar desde Aram;
el rey de Moab me trajo de las colinas del oriente.
“¡Ven —me dijo—, maldíceme a Jacob!
Ven y anuncia la ruina de Israel”.
8
Pero ¿cómo puedo maldecir
a quienes Dios no ha maldecido?
¿Cómo puedo condenar
a quienes el Señor
no ha condenado?
9
Desde las cimas del precipicio los veo;
los miro desde las colinas.
Veo a un pueblo que vive aislado,
apartado de las otras naciones.
10
¿Quién puede contar a los descendientes de Jacob, tan numerosos como el polvo?
¿Quién puede contar siquiera a una cuarta parte del pueblo de Israel?
Permíteme morir como los justos;
deja que mi vida acabe como la de ellos».
11
Entonces el rey Balac le reclamó a Balaam:
—¿Qué me has hecho? Te traje para maldecir a mis enemigos. ¡En cambio, los has bendecido!
12
Pero Balaam respondió:
—Yo hablaré sólo el mensaje que el Señor
ponga en mi boca.
13
Segundo mensaje de Balaam
Entonces el rey Balac le dijo:
—Ven conmigo a otro lugar. Allí verás otra parte de la nación de Israel, aunque no a todos. ¡Maldice por lo menos a esa parte!
14
Así que Balac llevó a Balaam a la meseta de Zofim en la cima del monte Pisga. Allí construyó siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
15
Entonces Balaam le dijo al rey:
—Quédate aquí con tus ofrendas quemadas mientras yo voy allá a encontrarme con el Señor
.
16
Entonces el Señor
se reunió con Balaam y le dio un mensaje. Le dijo: «Regresa con Balac y dale mi mensaje».