9
Esa noche Dios vino a Balaam y le preguntó:
—¿Quiénes son estos hombres que te visitan?
10
Balaam le dijo a Dios:
—Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, me envió este mensaje:
11
“Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto. Ven y maldíceme a este pueblo. De esa manera quizás podré hacerles frente y expulsarlos de esta tierra”.
12
Pero Dios le dijo a Balaam:
—No vayas con ellos ni maldigas a este pueblo, ¡porque es bendito!
13
A la mañana siguiente, Balaam se levantó y les dijo a los funcionarios de Balac: «¡Regresen a casa! El Señor
no me dejará ir con ustedes».
14
Entonces los oficiales moabitas regresaron al rey Balac y le informaron: «Balaam se negó a venir con nosotros».
15
Así que Balac intentó de nuevo. Esta vez envió a un mayor número de funcionarios, aún más distinguidos que los que envió la primera vez.
16
Llegaron donde estaba Balaam y le transmitieron el siguiente mensaje:
«Esto dice Balac, hijo de Zipor: “Por favor, no permitas que nada te impida venir a ayudarme.
17
Te pagaré muy bien y haré todo lo que me pidas. ¡Solamente ven y maldíceme a este pueblo!”».
18
Entonces Balaam les respondió a los mensajeros de Balac: «Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, yo no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor
mi Dios.
19
Pero quédense aquí una noche más y veré si el Señor
tiene algo más que decirme».
20
Esa noche Dios vino a Balaam y le dijo: «Ya que estos hombres vinieron por ti, levántate y ve con ellos, pero solo haz lo que yo te indique».
21
Balaam y su burra
A la mañana siguiente Balaam se levantó, ensilló su burra y salió con los funcionarios moabitas;
22
pero Dios se enojó porque Balaam iba con ellos. Así que envió al ángel del Señor
a pararse en medio del camino para impedirle el paso. Mientras Balaam y dos de sus sirvientes iban montando,
23
la burra de Balaam vio al ángel del Señor
de pie en el camino, con una espada desenvainada en su mano. La burra se apartó del camino y se desbocó hacia un campo, pero Balaam la golpeó y la obligó a regresar al camino.
24
Entonces el ángel del Señor
se detuvo en un lugar donde el camino se hacía estrecho entre las paredes de dos viñedos.
25
Cuando la burra vio al ángel del Señor
, trató de pasar pero aplastó el pie de Balaam contra la pared. Así que Balaam la golpeó de nuevo.
26
Entonces el ángel del Señor
se adelantó y se plantó en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar del todo.
27
Esta vez cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo con Balaam encima. Entonces Balaam, furioso, volvió a golpear al animal con su vara.
28
Así que el Señor
le dio a la burra la capacidad de hablar.
—¿Qué te he hecho para merecer que me pegues tres veces? —le preguntó a Balaam.
29
—¡Me has dejado en ridículo! —gritó Balaam—. ¡Si tuviera una espada, te mataría!