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Cuando el rey Balac supo que Balaam estaba en camino, salió a su encuentro a una ciudad moabita, situada en el río Arnón, en la frontera más distante de su tierra.
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—¿No era urgente la invitación que te envié? ¿Por qué no viniste enseguida? —le preguntó Balac a Balaam—. ¿No me creíste cuando te dije que te honraré con una generosa recompensa?
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—Mira —contestó Balaam—, ya he venido pero no está en mis manos decir lo que yo quiera. Hablaré únicamente el mensaje que Dios ponga en mi boca.
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Luego Balaam acompañó a Balac a Quiriat-huzot.
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Allí el rey sacrificó ganado y ovejas, y envió porciones de la carne a Balaam y a los oficiales que estaban con él.
41
A la mañana siguiente Balac subió con Balaam a un lugar llamado Bamot-baal y desde allí se podía ver parte del pueblo de Israel.