11
“Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto. Ven y maldíceme a este pueblo. De esa manera quizás podré hacerles frente y expulsarlos de esta tierra”.
12
Pero Dios le dijo a Balaam:
—No vayas con ellos ni maldigas a este pueblo, ¡porque es bendito!
13
A la mañana siguiente, Balaam se levantó y les dijo a los funcionarios de Balac: «¡Regresen a casa! El Señor
no me dejará ir con ustedes».
14
Entonces los oficiales moabitas regresaron al rey Balac y le informaron: «Balaam se negó a venir con nosotros».
15
Así que Balac intentó de nuevo. Esta vez envió a un mayor número de funcionarios, aún más distinguidos que los que envió la primera vez.
16
Llegaron donde estaba Balaam y le transmitieron el siguiente mensaje:
«Esto dice Balac, hijo de Zipor: “Por favor, no permitas que nada te impida venir a ayudarme.
17
Te pagaré muy bien y haré todo lo que me pidas. ¡Solamente ven y maldíceme a este pueblo!”».
18
Entonces Balaam les respondió a los mensajeros de Balac: «Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, yo no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor
mi Dios.
19
Pero quédense aquí una noche más y veré si el Señor
tiene algo más que decirme».
20
Esa noche Dios vino a Balaam y le dijo: «Ya que estos hombres vinieron por ti, levántate y ve con ellos, pero solo haz lo que yo te indique».
21
Balaam y su burra
A la mañana siguiente Balaam se levantó, ensilló su burra y salió con los funcionarios moabitas;