4
Cuando Moisés oyó lo que decían, cayó rostro en tierra.
5
Entonces les dijo a Coré y a sus seguidores:
—Mañana por la mañana el Señor
nos mostrará quién le pertenece a él
y quién es santo. El Señor
permitirá la entrada a su presencia solo a quienes él elija.
6
Coré, tú y tus seguidores preparen sus recipientes para quemar incienso.
7
Mañana enciendan fuego en ellos y quemen incienso ante el Señor
. Entonces veremos a quién elige el Señor
como su santo. ¡Ustedes, levitas, son los que han ido demasiado lejos!
8
Moisés le habló de nuevo a Coré: «¡Ahora escuchen, levitas!
9
¿Les parece de poca importancia que el Dios de Israel los escogiera de entre toda la comunidad para estar cerca de él de manera que sirvan en el tabernáculo del Señor
y que estén delante de los israelitas para ministrarles?
10
Coré, él ya les dio este ministerio especial a ti y a tus hermanos levitas. ¿Ahora también reclaman el sacerdocio?
11
¡En realidad es contra el Señor
que tú y tus seguidores se rebelan! Pues, ¿quién es Aarón para que se quejen de él?».
12
Luego Moisés mandó llamar a Datán y a Abiram, los hijos de Eliab, pero ellos respondieron: «¡Rehusamos presentarnos ante ti!
13
¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en este desierto, y que además ahora nos trates como a tus súbditos?
14
Es más, no nos has llevado a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Ni nos has dado una nueva patria con campos y viñedos. ¿Intentas engañar a estos hombres?
¡Nosotros no iremos!».