28
Y Moisés les dijo: «Esta es la manera en que sabrán que el Señor
me ha enviado a realizar todas estas cosas, pues no las he hecho por mi propia cuenta.
29
Si estos hombres mueren de muerte natural o si nada fuera de lo común les sucede, entonces el Señor
no me ha enviado;
30
pero si el Señor
hace algo totalmente nuevo y la tierra abre su boca y se los traga con todas sus pertenencias y descienden vivos a la tumba,
entonces ustedes sabrán que estos hombres mostraron desprecio por el Señor
».
31
Apenas Moisés terminó de decir estas palabras, la tierra repentinamente se abrió debajo de ellos.
32
La tierra abrió la boca y se tragó a los hombres, junto con todos los de su casa y todos sus seguidores que estaban junto a ellos y todo lo que poseían.
33
Así que descendieron vivos a la tumba, junto con todas sus pertenencias. La tierra se cerró encima de ellos y desaparecieron de entre el pueblo de Israel;
34
y toda la gente que los rodeaba huyó cuando oyeron sus gritos. «¡La tierra nos tragará a nosotros también!», exclamaron.
35
Entonces un fuego ardiente salió del Señor
y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso.
36
El Señor
le dijo a Moisés:
37
«Dile a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que saque todos los incensarios del fuego, porque son santos. También dile que esparza los carbones encendidos.
38
Toma los incensarios de estos hombres que pecaron a costa de sus vidas, y de ese metal elabora láminas a martillo para recubrir el altar. Como estos incensarios se usaron en la presencia del Señor
, ya son santos. Que sirvan como advertencia al pueblo de Israel».