39
Después, cuando Moisés comunicó las palabras del Señor
a todos los israelitas, se llenaron de profundo dolor.
40
Así que a la mañana siguiente se levantaron temprano y subieron a la parte alta de las colinas. «¡Vamos! —dijeron—. Reconocemos que hemos pecado, pero ahora estamos listos para entrar a la tierra que el Señor
nos prometió».
41
Pero Moisés les dijo: «¿Por qué desobedecen ahora las órdenes del Señor
de volver al desierto? No les dará resultado.
42
No suban ahora a la tierra. Lo único que sucederá es que sus enemigos los aplastarán porque el Señor
no está con ustedes.
43
Cuando enfrenten a los amalecitas y a los cananeos en batalla, serán masacrados. El Señor
los abandonará porque ustedes lo abandonaron a él».
44
Sin embargo, el pueblo avanzó con insolencia hacia la zona montañosa, aunque ni Moisés ni el arca del pacto del Señor
salieron del campamento.
45
Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en las montañas descendieron, los atacaron y los vencieron, haciéndolos huir hasta Horma.