2
Dijeron: «¿Ha hablado el Señor
solamente por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también a través de nosotros?». Y el Señor
los oyó.
3
(Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra).
4
Así que, el Señor
llamó de inmediato a Moisés, a Aarón y a Miriam y les dijo: «¡Vayan los tres al tabernáculo
!»; y los tres fueron allí.
5
Entonces el Señor
descendió en la columna de nube y se detuvo en la entrada del tabernáculo.
«¡Aarón y Miriam!», llamó él. Ellos dieron un paso al frente
6
y el Señor
les habló: «Escuchen lo que voy a decir:
»Si hubiera profetas entre ustedes,
yo, el Señor
, me revelaría en visiones;
les hablaría en sueños.
7
Pero no con mi siervo Moisés.
De toda mi casa, él es en quien confío.
8
Yo le hablo a él cara a cara,
¡con claridad y no en acertijos!
Él ve al Señor
como él es.
¿Entonces, por qué no tuvieron temor de
criticar a mi siervo Moisés?».
9
El Señor
estaba muy enojado con ellos y se fue.
10
Cuando la nube dejo de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam, con su piel tan blanca como la nieve, leprosa.
Cuando Aarón vio lo que había pasado con ella,
11
clamó a Moisés: «¡Oh, mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este pecado que tan neciamente cometimos!
12
No dejes que ella sea como un bebé que nace muerto y que ya está en descomposición».