22
Las tropas de Efraín marcharon a continuación, detrás de su estandarte. Su jefe era Elisama, hijo de Amiud.
23
Las siguieron las tropas de la tribu de Manasés, dirigidas por Gamaliel, hijo de Pedasur,
24
y también las tropas de la tribu de Benjamín, dirigidas por Abidán, hijo de Gedeoni.
25
Las últimas en salir fueron las tropas de Dan que marchaban tras su estandarte, a la retaguardia de todos los campamentos tribales. Su jefe era Ahiezer, hijo de Amisadai.
26
Se le unieron las tropas de la tribu de Aser, dirigidas por Pagiel, hijo de Ocrán,
27
y también las tropas de la tribu de Neftalí, dirigidas por Ahira, hijo de Enán.
28
En ese orden marchaban los israelitas, división por división.
29
Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita:
—Vamos en camino al lugar que el Señor
nos prometió, porque él nos dijo: “Yo se lo daré a ustedes”. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque el Señor
ha prometido maravillosas bendiciones para Israel.
30
—No, no iré —respondió Hobab—. Debo regresar a mi propia tierra y a mi familia.
31
—Por favor, no nos dejes —rogó Moisés—. Tú conoces los lugares del desierto donde debemos acampar. Ven, sé nuestro guía.
32
Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todas las bendiciones que el Señor
nos dará.
33
Así que después de salir del monte del Señor
, marcharon por tres días; y el arca del pacto del Señor
iba delante de ellos para indicarles dónde detenerse y descansar.
34
Cada día, mientras continuaban su viaje, la nube del Señor
se mantenía en el aire sobre ellos.
35
Siempre que el arca salía, Moisés gritaba: «¡Levántate, oh Señor
y que se dispersen tus enemigos! ¡Que huyan ante ti!»;
36
y cuando el arca se ponía en tierra, Moisés decía: «¡Vuelve, oh Señor
, a los incontables millares de Israel!».