5
No confíen en nadie,
¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!
6
Pues el hijo desprecia a su padre.
La hija se rebela contra su madre.
La nuera reta a su suegra.
¡Sus enemigos están dentro de su propia casa!
7
En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor
.
Espero confiadamente que Dios me salve,
y con seguridad mi Dios me oirá.
8
¡Enemigos míos, no se regodeen de mí!
Pues aunque caiga, me levantaré otra vez.
Aunque esté en oscuridad,
el Señor
será mi luz.
9
Seré paciente cuando el Señor
me castigue,
porque he pecado contra él.
Pero después, él tomará mi caso
y me hará justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis enemigos.
El Señor
me llevará a la luz
y veré su justicia.
10
Entonces mis enemigos verán que el Señor
está de mi lado.
Serán avergonzados los que se mofaban de mí diciendo:
«Entonces, ¿dónde está el Señor
,
ese Dios tuyo?».
Con mis propios ojos veré su ruina;
como lodo en las calles serán pisoteados.
11
En aquel día, Israel, tus ciudades serán reconstruidas
y tus fronteras se extenderán.
12
Vendrá gente de muchos países y te honrará;
desde Asiria hasta las ciudades de Egipto,
desde Egipto hasta el río Éufrates
y desde los mares distantes y las montañas lejanas.
13
Sin embargo, la tierra se volverá vacía y desolada
a causa de la perversidad de los que la habitan.
14
Compasión del Señor
por Israel
Oh Señor
, protege a tu pueblo con tu vara de pastor;
guía a tu rebaño, tu posesión más preciada.
Aunque viva solo en un matorral
en lo alto del monte Carmelo,
que se alimente en los fértiles pastos de Basán y Galaad
como lo hacía en tiempos pasados.
15
«Sí —dice el Señor
—,
haré para ti grandes milagros,
como los que hice cuando te rescaté
de la esclavitud en Egipto».