1
¡Formen las tropas!
El enemigo pone sitio a Jerusalén.
Con una vara golpeará al líder de Israel en la cara.
2
Un gobernante saldrá de Belén
Pero tú, oh Belén Efrata,
eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá.
No obstante, de ti saldrá un gobernante para Israel,
cuyos orígenes vienen desde la eternidad.
3
El pueblo de Israel será entregado a sus enemigos
hasta que dé a luz la mujer que está de parto.
Entonces, por fin, sus compatriotas
volverán del destierro a su propia tierra.
4
Y él se levantará para dirigir a su rebaño con la fuerza del Señor
y con la majestad del nombre del Señor
su Dios.
Entonces su pueblo vivirá allí tranquilo,
porque él es exaltado con honores en todas partes.
5
Y él será la fuente de paz.
Cuando los asirios invadan nuestra tierra
y penetren en nuestras defensas,
nombraremos a siete gobernantes para que nos vigilen,
a ocho príncipes para que nos dirijan.
6
Ellos gobernarán a Asiria con la espada desenvainada
y entrarán por las puertas de la tierra de Nimrod.
Él nos rescatará de los asirios
cuando desborden las fronteras para invadir nuestra tierra.
7
Purificación del remanente
Entonces el remanente que quedó en Israel
ocupará su lugar entre las naciones.
Será como rocío enviado por el Señor
o como lluvia que cae sobre la hierba,
la cual nadie puede controlar
ni hacer que se detenga.
8
El remanente que quedó en Israel
ocupará su lugar entre las naciones.
Será como un león entre los animales del bosque,
como un fuerte león joven entre los rebaños de ovejas y cabras
que se abalanza sobre ellas y las desgarra
sin nadie que las rescate.
9
La gente de Israel enfrentará a sus adversarios
y todos sus enemigos serán aniquilados.
10
«En aquel día —dice el Señor
—
mataré a tus caballos
y destruiré tus carros de guerra.