26
La noticia de este milagro corrió por toda la región.
27
Jesús sana a unos ciegos
Cuando Jesús salió de la casa de la niña, lo siguieron dos hombres ciegos, quienes gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!».
28
Entraron directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó:
—Sí, Señor —le dijeron—, lo creemos.
29
Entonces él les tocó los ojos y dijo:
30
Entonces sus ojos se abrieron, ¡y pudieron ver! Jesús les advirtió severamente:
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pero ellos, en cambio, salieron e hicieron correr su fama por toda la región.
32
Cuando se fueron, un hombre que no podía hablar, poseído por un demonio, fue llevado a Jesús.
33
Entonces Jesús expulsó al demonio y después el hombre comenzó a hablar. Las multitudes quedaron asombradas. «¡Jamás sucedió algo así en Israel!», exclamaron.
34
Sin embargo, los fariseos dijeron: «Puede expulsar demonios porque el príncipe de los demonios le da poder».
35
La necesidad de obreros
Jesús recorrió todas las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las sinagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y sanaba toda clase de enfermedades y dolencias.
36
Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor.